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Translating Dialects and Languages of Minorities es el sexto volumen de la serie dirigida por el Dr. Jorge Díaz Cintas New Trends in Translation Studies. En la introducción al volumen, el editor, Federico M. Federici, nos desvela el objetivo del libro: reflexionar sobre las dificultades (y las soluciones) que presenta la traducción de lenguas no estándar en obras literarias. Dicha reflexión se lleva a cabo a lo largo de diez capítulos en los que se recoge una extensa variedad de opiniones sobre el tema. Y es que la investigación sobre la traducción de dialectos y lenguas minoritarias es un campo que ofrece un sinfín de posibilidades. Basta con detenerse en los inconvenientes terminológicos y conceptuales que impiden dar una única definición de los –lects (Federici, 2011: 6), como el sociolecto, el dialecto o el idiolecto, por ejemplo, para saber que nos encontramos ante una amplísima línea de investigación. Traducir textos que cuenten con la presencia de dialectos o lenguas minoritarias puede conllevar tantos problemas como definiciones conceptuales y terminológicas se han acuñado (y se seguirán acuñando) a estos fenómenos sociolingüísticos. Es por ello que, para Federici, la traducción de dialectos y de lenguas minoritarias requiere de un enorme esfuerzo creativo por parte de los traductores, quienes tendrán que poner en marcha todo su ingenio para dar salida a las constricciones lingüísticas y culturales que impone este tipo de traducción.

En el primer capítulo, que destaca por su excelente documentación teórica, Hilal Erkazanci-Durmuş analiza los diversos motivos que pueden llevar a los traductores a evitar traducir un sociolecto, dialecto o voces marginales y a decantarse por la estandarización. Para ello, la autora utiliza como ejemplo la traducción al turco estándar de la novela A Clockwork Orange (Burgess, 1962). Las razones que han motivado esta inclinación hacia el uso de la lengua estándar están fuertemente ligadas a factores socio-culturales. El panorama lingüístico turco está gobernado por fuertes políticas lingüísticas pro-estándar, lo que lleva a los traductores a no traducir las voces marginales por temor a que sus traducciones sean rechazadas por el público lector (acostumbrado a leer en la lengua estándar) y a que su prestigio intelectual, social o económico se vea en peligro. Según Federici (2011: 16), el trabajo de Erkazanci-Durmuş se eligió como capítulo inicial porque introducía, de forma general, un tema al que recurrirán otros autores a lo largo de la obra y que está relacionado con las situaciones en las que el traductor, ante la presencia de una voz local, marginal o minoritaria, se ve obligado a elegir entre varias estrategias de traducción, como ser normativo o convencional, comercial o creativo, dependiente de las decisiones de la industria o de su instinto traductor.

El segundo capítulo se centra en el concepto de defeated languages, que son aquellas variedades lingüísticas minoritarias que se encuentran en vías de extinción, y en cómo estas variedades pueden ser recuperadas a través de la traducción, los medios de comunicación y las nuevas tecnologías. El autor del capítulo, Giovanni Nadiani, utiliza como ejemplo de defeated language el romagnolo, la variedad lingüística hablada en la Emilia Romagna (Italia). Hablante de romagnolo, Nadiani es uno de los pocos poetas que tratan de mantener el dialecto vivo en sus creaciones literarias. Para Nadiani, el mantenimiento de los dialectos y lenguas minoritarias en vías de extinción es responsabilidad de los traductores, escritores y demás agentes culturales.

Susanne Ghassempur, por su parte, lleva a cabo un estudio sobre las diferentes maneras de traducir el lenguaje malsonante y el slang que emplean los jóvenes personajes de la novela irlandesa The Commitments (Roddy Doyle, 1988) al alemán. A través de la categorización propuesta por Wajnryb (2005) sobre el lenguaje malsonante, la autora analizará las diferencias entre las dos traducciones al alemán y verá cómo, aunque la segunda traducción presenta un enfoque mucho más funcional que la primera, ambas han preferido utilizar los coloquialismos típicos del alemán estándar y ambas han perdido, por consiguiente, la fuerza y el colorido que caracterizan el texto original. A través del capítulo de Ghassempur se descubre cómo el lenguaje malsonante puede ser considerado otro tipo de lengua minoritaria.

El capítulo de Xoàn Manuel Garrido Vilariño trata, desde otra perspectiva, el tema planteado en el primer capítulo, es decir, la influencia que pueden ejercer sobre una traducción los factores ideológicos, comerciales e industriales. Garrido Vilariño presenta el concepto de paratraducción a través del análisis de las diferentes traducciones al inglés de la obra de Primo Levi Se questo è un uomo (1947). De gran interés es la introducción a la paratraducción, sobre la que trabaja el grupo de investigación Traducción y Paratraducción del Departamento de Traducción y Lingüística de la Universidad de Vigo. La paratraducción está estrechamente relacionada con la crítica de la traducción y con la traducción de los elementos paratextuales y presenta fuertes vínculos con la ideología de la cultura meta y la filosofía de ésta.

El capítulo de Esther Morillas es una clara muestra de cómo el dialecto se puede convertir en el protagonista de una novela, como sucede en el caso de Montedidio (2003), de Erri de Luca. Mediante el análisis comparativo (en el que la autora se vale de numerosos y prácticos ejemplos) entre el texto original italiano y su traducción al español, Morillas demuestra cómo el uso del dialecto, napolitano en este caso, ejerce una influencia notable a la hora de definir la esencia y el espíritu de la novela, ya que el dialecto se presenta como el lenguaje de los sentimientos y de la caracterización cultural, como la representación de la napoletanità (napolitanidad), tema de gran importancia en Montedidio. La autora considera que las marcas dialectales pueden desempeñar una importante función estilística dentro de una obra literaria y recuerda, citando a Coletti (1993: 348), que el dialecto no es «sólo un marcador lingüístico de la realidad popular: se trata del pasado, de la memoria, la nostalgia, el mito».

Caterina Briguglia también es consciente del valor estilístico que tiene el uso del dialecto siciliano en la novela italiana Il cane di terracota (1996), de Andrea Camilleri, de cuyas traducciones al español y al catalán ha realizado un análisis comparativo. La autora examina, apoyándose en la Teoría del Polisistema, cómo los elementos culturales y, en definitiva, las características del polisistema meta pueden influir en una traducción (como se puede observar, se recurre de nuevo a las ideas planteadas en el primer capítulo, a cómo las políticas lingüísticas, sociales, culturales y económicas del sistema meta puede influir en la voces locales). En el caso del catalán, lengua minoritaria, existe la necesidad de preservar los valores y características propios, por lo que se tiende mucho más a la domesticación, mientras que en español, lengua más establecida y reconocida a nivel internacional, se suelen dejar los elementos «exóticos» de la novela sin alterar.

En el séptimo capítulo, Federici examina, como gran especialista que es en este tema, la figura de Italo Calvino como traductor y su actitud hacia la traducción, concretamente en lo que se refiere a la traducción del sociolecto popular de Queneau empleado en la obra Les Fleurs bleues (1965). A pesar de que apenas se hayan dedicado estudios a la faceta traductora de Calvino, quien durante la década de los sesenta, mientras se ponía a prueba como traductor, publicó ensayos y entrevistas sobre su particular visión de la traducción, Federici defiende que el trabajo de Calvino como traductor de Queneau, y en particular de esta obra, influyó de forma notable en la escritura del autor.

El capítulo de Anna Fochi aporta colorido y variedad a este volumen, ya que se centra en cómo es posible llevar a cabo una traducción intersemiótica en la que los elementos idiolectales, culturales y simbólicos desempeñan un papel fundamental. Se trata del caso de la película que el director de cine italiano Franceso Rosi realizó en 1987 sobre la novela de Gabriel García Márquez Crónica de una muerte anunciada. Basándose en el marco teórico de Torop (1995), Fochi lleva a cabo un exhaustivo análisis de los rasgos definitorios del libro y la película y nos muestra cómo es posible «transponer» los elementos lingüísticos, culturales y estéticos más importantes de un código a otro.

El penúltimo capítulo del volumen pertenece a Marta Ortega Sáez, quien, siguiendo la metodología de los Estudios Descriptivos de Traducción, realiza un pormenorizado análisis comparativo entre dos traducciones de la novela de Virginia Woolf Mrs. Dalloway para demostrar, en contra de lo que argumenta el jefe de la editorial responsable de la publicación de ambas traducciones, que la segunda traducción (2003) no es más que una deficiente revisión de la primera (1930) y que el objetivo de su publicación ha respondido a factores meramente económicos y comerciales. Ortega Sáez es otra de las autoras de este volumen que tratan de nuevo la influencia de los agentes económicos, comerciales e industriales en la traducción de lenguas minoritarias. La autora considera que este tipo de prácticas pueden hacer mucho daño a las lenguas minoritarias, como el catalán en este caso, las cuales dependen de buenas actuaciones por parte de las editoriales (véase lo expuesto por Nadiani en el segundo capítulo) para su supervivencia y estabilidad sociolingüística.

El volumen se cierra con la contribución de Anissa Daoudi sobre el estudio de una variedad árabe que la propia autora ha denominado como e-Arabic (e-árabe). Esta variedad lingüística está influenciada por el uso de las nuevas tecnologías (sobre todo, de Internet) y es característica de la juventud árabe y de los grupos sociales minoritarios que pretenden romper con las normas establecidas. Daoudi analiza, sin perder nunca de vista el factor cultural e ideológico, dos novelas en e-Arabic (y su traducción al inglés) que han suscitado grandes controversias en mundo árabe al transgredir los esquemas sociales y culturales establecidos con respecto al sexo y la religión, principalmente, y por emplear un lenguaje donde se encuentran latinismos y otros signos que denotan apertura cultural. La autora observa cómo las traducciones al inglés utilizan la variedad estándar y pierden, una vez más, toda la carga cultural del texto original. El capítulo de Daoudi destaca por su componente innovador, debido a que no sólo estudia una variedad lingüística casi desconocida hasta el momento, sino porque además sitúa el estudio de las lenguas minoritarias y dialectos en un contexto de continua renovación, en el que se mezclan el uso de las nuevas tecnologías junto con la necesidad de transgredir y de buscar formas de expresiones propias que se identifiquen con un determinado grupo socio-cultural.

Tras leer el artículo de Daoudi se llega a la conclusión de que el campo de las lenguas minoritarias y los dialectos no ha llegado a un punto muerto y que sigue avanzando y adaptándose a la sociedad del momento. Consecuentemente, los traductores deberán seguir afrontando los nuevos retos que vayan surgiendo y para ello deberán hacer uso de sus capacidades creativas, porque como bien dice Federici (2011: 20) «quizás haya un futuro en literatura y traducción en el que experimentar con dialectos y lenguas regionales se perciba más como una oportunidad creativa que como un reto de carácter meramente lingüístico».