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La Orden de Frailes Menores (O.F.M.), cuyos miembros son mejor conocidos como franciscanos, es una orden religiosa fundada en Italia a principios del siglo XIII, por San Francisco de Asís. La orden se diseminó rápidamente por Europa y no tardó en pasar a África y el cercano Oriente. Su vocación misionera llevó a los franciscanos a visitar China, Japón, Australia y el continente americano (de la mano de los conquistadores españoles), y a distinguirse por su abnegación y consagración a la prédica del evangelio. El contacto con variadas lenguas y culturas condujo a los frailes a desarrollar estrategias para poder cumplir con la misión evangelizadora que se habían trazado. Es así como los franciscanos se interesan por el estudio de las lenguas indígenas de los territorios donde se establecen y nos dejan importantes testimonios sobre pueblos y lenguas en algunos casos desaparecidos.

El valor y la importancia del legado franciscano suscitan cada vez más el interés de los investigadores, prueba de esto es el proyecto de investigación Catalogación y estudio de las traducciones de los franciscanos españoles, concebido y dirigido por Antonio Bueno García y financiado por el gobierno de España, que se propone

desvelar la labor traductora de estos religiosos, procediendo a una catalogación general de sus obras; analizar la historia de las traducciones, teniendo en cuenta las reflexiones y las teorías en torno al ejercicio, y realizar un estudio de las mismas desde una perspectiva lingüística y también temática.

En el marco de este proyecto numerosas obras han visto la luz: La labor de traducción de los franciscanos, Lingua, cultura e discorso nella traduzione dei francescani y Los franciscanos y el contacto de lenguas y culturas. Es este último trabajo el que abordaremos en la presente reseña.

Entre el 28 y el 30 de agosto 2009 se llevó a cabo en Cáceres, España, el seminario internacional Los franciscanos y el contacto de lenguas y culturas para conmemorar el 800 aniversario de la presencia franciscana en la Península Ibérica. Cuatro años después se publicó en Praga un volumen que contiene 17 de las 19 ponencias presentadas en el seminario (el libro publicado contiene 18 artículos en total). El editor de este libro, Antonio Bueno García es profesor de la Universidad de Valladolid y trabaja principalmente en las áreas de Historia de la traducción, Traducción religiosa y Teoría de la traducción.

Si bien el encuentro de Cáceres reunió investigadores de diversas latitudes, la mayoría de los participantes provenía de la Universidad de Valladolid, lo que se explica porque es en esta universidad donde se desarrolla principalmente el proyecto de catalogación y estudio que mencionamos anteriormente. Aunque el evento antes mencionado buscaba conmemorar la presencia franciscana en España y Portugal, muchas de las ponencias realizadas se refieren a otros territorios donde los frailes desempeñaron una importante labor.

Debido al gran número de artículos contenidos en el volumen, nos vemos en la imposibilidad de discutirlos en profundidad. Optaremos, entonces, por reagrupar los artículos del volumen según tres grandes áreas temáticas abordadas por los autores: los franciscanos y la traducción e interpretación, lingüística y lexicografía franciscanas, y los franciscanos y los intercambios culturales.

Comenzaremos con los siete artículos que tratan principalmente sobre la labor de los franciscanos como traductores e intérpretes. En el primero de ellos «Los franciscanos y la traducción en Venezuela», los autores, Georges L. Bastin, Jeanette Pantin y Nawaf Duoara, empiezan su artículo con una contextualización de la labor misionera de los franciscanos en el territorio latinoamericano, para luego concentrarse en las provincias de Santa Cruz de Caracas (Venezuela) y de Santa Fe del Nuevo Reino de Granada (Colombia). Luego, detallan la labor traductora de seis frailes: Antonio Caulín, Diego de Tapia, Francisco de Tauste, Manuel Yangües, José de Carabantes y Matías Ruíz Blanco. Las lenguas indígenas cumanagota, chayma y de los caribes son las lenguas de trabajo de estos religiosos.

En otro artículo titulado «Traducción y paráfrasis en fray Ambrosio Montesino», Carlos Moreno Hernández analiza los mecanismo retóricos, especialmente la paráfrasis, empleados por fray Ambrosio Montesino en su traducción al español de la Vita Christi escrita por Ludolfo de Sajonia. Hernández compara también esta traducción a las versiones portuguesa (atribuida a don Duarte) y catalana (de Joan Roís de Corella) de la misma obra.

Por su parte, Ana María Pérez Lacarta en «Las traducciones del francés al castellano por José Luis Albizu. Estudio de Hacia la unión de las Iglesias» provee la lista de obras que este padre franciscano tradujo de la lengua francesa al español y estudia específicamente su traducción de la obra La rencontre des églises de Jacques Leclercq. Albizu vuelve a ser mencionado por Carmen Cuéllar Lázaro quien en su artículo «Franciscanos españoles, traductores de la lengua alemana» afirma que se trata del traductor más prolífico de esa lengua hacia el español con más de 40 obras en su haber. Otros traductores mencionados por Cuéllar Lázaro son Miguel Oltra Hernández, José Antonio Guerra, Marino Martínez, Ruben Camps Mezquida y Simón Zuska Polasek.

Todavía en el contexto de las lenguas europeas, el artículo «Las traducción de los franciscanos españoles en los Países Bajos» aborda la divulgación de las obras de los frailes ibéricos durante los siglos XVI y XVIII en el espacio conocido como el Estado Borgoñón (parte del norte de Francia, Bélgica, Luxemburgo y los actuales Países Bajos). La autora de esta comunicación, Lieve Behiels, muestra que mientras algunos libros eran publicados en su lengua original, el español, otros eran traducidos al latín, al holandés o al francés.

En «Toponimia franciscana y traducción», Eleuterio Carracedo Arroyo propone un análisis de topónimos españoles en lugares de la península con fuerte presencia franciscana. Luego pone en evidencia la relación entre las misiones franciscanas en el suroeste de los Estados Unidos y la gran cantidad de topónimos de origen español que los frailes trasplantaron a esas regiones (sobre todo los hagiotopónimos) como San Diego y San Francisco.

En su artículo consagrado a las, «Traducciones de los franciscanos en las bibliotecas nacionales de España, Francia y Portugal», Clara Revuelta Guerrero presenta un exhaustivo estudio bibliográfico sobre las obras de los franciscanos y su traducción desde el siglo XVI hasta el siglo XXI. Revuelta Guerrero se interesa por la presencia en las tres bibliotecas nacionales de traducciones de escritos franciscanos hacia el francés, el español y el portugués. Cabe anotar que tanto la biblioteca nacional española como la francesa contienen numerosos ejemplos de traducciones hacia otras lenguas, entre ellas bicol, araucano, náhuatl, yupa, cumanagota, rifeño y árabe.

La labor lexicográfica y lingüística de los franciscanos es abordada por tres autores. El primero de ellos, Miguel Ángel Vega Cernuda, en «Entre lingüística, antropología y traducción: La Escuela Franciscana de evangelización en Méjico», resalta la creación de diccionarios de lenguas aborígenes mexicanas para facilitar la tarea de evangelización de los franciscanos en estos territorios. Para Vega Cernuda la predicación en lenguas indígenas conlleva un trabajo antropológico por parte de los frailes, quienes aprendieron a convivir con los naturales de esas tierras, se acercaron a su cultura y vivieron como «indios entre los indios». Este artículo no deja de mencionar la importancia de la labor traductora de los frailes de la que cita no pocos ejemplos.

Una perspectiva lingüística más profunda se encuentra en «Los franciscanos y el estudio de las lenguas otomangueanas en Nueva España (s. XVIII)» de Joaquín García-Medall. Este autor realiza un análisis filológico muy completo de la gramática de la lengua pame escrita por fray Francisco Vallejo y la compara en varias ocasiones a la gramática compuesta por el padre Guadalupe Soriano.

Por último, Antonio Bueno García expone en «Las gramáticas y diccionarios de lengua árabe de los franciscanos españoles» varias obras creadas por los franciscanos entre los siglos XVI y XX para uso de los frailes establecidos en el norte de África. El autor recalca que muchas de estas obras mostraban gran interés por la lengua vernácula y que además del árabe, también abordaban otras lenguas como el rifeño, lengua bereber.

Los ocho artículos restantes nos ofrecen un panorama amplio de las actividades de los franciscanos y su valioso legado. El también franciscano José Mª Alonso del Val nos ofrece una pormenorizada relación de los establecimientos de la O.F.M. en Latinoamérica, al tiempo que presenta una apasionada defensa de los métodos evangelizadores de su orden en «Los métodos misionales franciscanos entre indígenas».

Siguiendo con el tema de la labor evangelizadora de los franciscanos, en su artículo «Iconografía indígena y católica en la oración “El credo” del catecismo atribuido a fray Bernardino De Sahagún», Elena Irene Zamora Ramírez desglosa los pictogramas de un credo utilizado en la evangelización e instrucción al castellano de los indígenas en México y muestra cómo el autor de dicho credo se sirvió de elementos visuales de las culturas nativas para facilitar la aceptación de su mensaje.

Las divisiones internas de la orden, su relación con el pueblo llano y con los herejes cátaros en los siglos XI, XII y XIII son tratadas por Mª del Pilar Blanco Garcia en «Los franciscanos en los territorios de la lengua de Oc en la Edad Media». Otro tipo de división en la orden es presentado por Enrique Cámara Arenas, quien comienza por poner de relieve las pocas traducciones de textos de autores franciscanos anglosajones por parte de sus hermanos españoles. En su artículo «The Americas: el contacto entre el franciscanismo hispano y el franciscanismo norteamericano», Cámara Arenas sugiere que este aparente rechazo ocurre en un solo sentido, y menciona la profusión de traducciones y comentarios que los franciscanos anglosajones han hecho de textos producidos por los frailes españoles en dicha revista.

Por su parte, Hugo Marquant aplica conceptos de filología y de terminología para presentarnos un punto de vista más profundo y místico de la orden en su «Reflexión semántico-terminológica sobre el concepto de quietud como clave de la mística franciscana del Siglo de Oro en España». En «Los franciscanos en los archivos nacionales», Pilar Martino Alba describe las vicisitudes del proceso de documentación sobre los franciscanos debido entre otras razones a la plétora de documentos disponibles, pero que no han sido aún clasificados completamente y a la gran diversidad de áreas que abarcan estos archivos: textos administrativos, pastorales y lingüísticos, entre otros.

Partiendo del texto Analogía de la problemática africana y europea, publicado en 1967, Juan Miguel Zarandona muestra cómo esta reflexión política de un franciscano encarna la visión que España tiene de su papel como potencia colonial. En «Fray Miguel Oltra, O. F. M.: Una visión franciscana de la problemática contemporánea del África Colonial y Poscolonial. La excepcionalidad española» Zarandona denuncia la vigencia, incluso en medio académicos, de ciertos ecos de la leyenda rosa. Nos resta mencionar un último artículo, «Los franciscanos en el séptimo arte», donde Ana Mª Mallo Lapuerta hace una recensión exhaustiva de películas que representan a los miembros de la orden. La autora hace un recorrido por casi 100 años de presencia franciscana en el cine (1911-2007).

De los 18 artículos arriba mencionados, 17 fueron presentados en el seminario realizado en Cáceres: no se publicó ningún artículo basado en la ponencia de Beatriz C. Montes «La traducción del mensaje franciscano en la música clásica» y en cambio se incluyó en el volumen el artículo de Carlos Moreno Hernández, quien no presentó ninguna ponencia en dicho seminario. Como cabe esperar, existen divergencias en cuanto a los títulos de las ponencias presentadas en el seminario y los títulos de los artículos que fueron publicados en el volumen impreso, y entre estos y los que figuran en la edición disponible en la internet.

La vinculación de la Universidad Carolina de Praga cuya editorial realizó la impresión del volumen constituye un ejemplo de colaboración interinstitucional, a la vez que abre las puertas al diálogo entre los investigadores: son muy interesantes las referencias a los franciscanos checos contenidas en el prólogo de Jana Králová. Infortunadamente, el gran número de erratas que se encuentran en la edición impresa (mas no en la edición digital) parecen sugerir una falta de revisión del volumen antes de su impresión o un desconocimiento de la lengua castellana si dicha revisión fue efectuada. También se puede percibir en este volumen una cierta falta de uniformidad en la forma de los artículos: muchos conservan la estructura de una presentación oral. Lo anterior dificulta la lectura, pues muchas veces la articulación del texto no es clara.

Otro aspecto que llamó nuestra atención fue la presencia de ciertas palabras con una connotación etnocéntrica en algunos artículos, es el caso de Bastin (p. 74) y de Vega Cernuda. En el primer caso, el uso del calificativo “salvajes” se trata sin duda de un desliz, basta con leer el resto del artículo para borrar cualquier sospecha de etnocentrismo. El artículo de Vega Cernuda, por el contrario, abunda en expresiones ideológicamente cargadas que denotan un rotundo rechazo a la leyenda negra asociada a los períodos de conquista y colonización españolas.

No se pretende en esta reseña hacer eco de esta leyenda negra, cuya exactitud histórica ha sido puesta en duda innumerables veces, sin embargo, tampoco se quiere aquí tomar el derrotero opuesto y caer en la leyenda rosa, que en muchos momentos salta a la vista en el artículo de Vega Cernuda. Si bien, tal como lo plantea el autor, el rol crucial desempeñado por los franciscanos en la conservación de testimonios de algunas lenguas indígenas es innegable, no se puede obviar que fueron muchas veces los mismos frailes quienes destruyeron los documentos, como dejó consignado fray Diego de Landa en su obra del siglo XVII: «Hallámosles gran número de libros de estas sus letras, y porque no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio, se los quemamos todos, lo cual sentían a maravilla y les daba pena» (De Landa 1566/1992: 148; Pomerleau 2012: 263). La postura etnocéntrica de Vega Cernuda se evidencia también en su escritura de ciertos topónimos, Méjico y Tezcoco, a pesar de que los habitantes del país centroamericano utilicen otra grafía, y en su denuncia de un «relativismo cultural» que, según él, convierte en intocables ciertas prácticas no occidentales.

Retomaremos también brevemente el artículo de Hugo Marquant, quien le atribuye a la terminología un carácter marcadamente onomasiológico, al que opone lo que él llama terminología diacrónica. La corriente diacrónica, como lo indica su nombre, implica un estudio de la evolución de los términos, los conceptos o las lenguas de especialidad en una ventana temporal (Dury et Picton 2009). Una investigación terminológica con textos antiguos no se inscribe en la corriente diacrónica si no se tiene en cuenta una progresión cronológica. Si Marquant parte del término «quietud» (cuya escogencia no está lo suficientemente justificada) y analiza los conceptos y metáforas conceptuales que de este se derivan, podemos afirmar que adopta una perspectiva sincrónica para estudiar un texto antiguo, pero al no haber un análisis de la evolución del término (o del concepto asociado a este) no se puede hablar en modo alguno de diacronía. Además, el autor no expone con suficiente detalle ciertos aspectos metodológicos, por ejemplo la manera como fueron extraídos los términos. Finalmente, la consulta de la bibliografía no permite saber a qué enfoque terminológico se adscribe el autor, ya que no cita ningún trabajo de esta disciplina.

Como se puede apreciar en nuestras sinopsis de los artículos contenidos en Los franciscanos y el contacto de lenguas y culturas, los estudios sobre la labor de estos frailes son tan variados y ricos como la historia de la O.F.M. La importancia de la labor de esta orden y de su presencia diseminada por el mundo es innegable en la actualidad e indudablemente se debe considerar el importante papel que ha desempeñado en la historia desde el momento mismo de su fundación. No es necesario entonces insistir sobre la importancia de publicaciones como esta, que encierra, sin duda, un gran interés para los estudiosos de la historia de la traducción.